martes, 15 de enero de 2008

Never grew up

Me gusta cuidar mis debilidades, alimentarlas, añorarlas, seguirlas, pensarlas, recordarlas, beberlas, vivirlas, mimarlas, guardármelas.

Sean las que sean, son mías.(...)

Como los Fleshtones son un poco míos. O así los siento. Su garage-soul-beat siempre me hizo sudar, siempre me dio ganas de comerme el mundo, de sentirme menos mequetrefe.

Les recuerdo hace muchos años, terminando un concierto en Madrid, dirigiéndonos al público en fila india a la calle, mientras el batería mantenía el ritmo con el bombo bajo el brazo.
También hace muchos menos años, subidos (ellos) a la barra del local durante buena parte del concierto.

Por alguna caja he de tener aún el paquete de Lucky Strike que, con las firmas de Peter Zaremba (mi mentor en eso de tocar unas maracas sobre un escenario) y Keith Streng, me consiguió atikus tras más de una cerveza en La Vía Láctea.

Son días estos en que las palabras no me salen, o la falta de tiempo no las propicia. Por eso prefiero obviar su trayectoria, sus historias, sus fetiches. Me centro mejor en simplemente escuchar su nuevo trabajo, Take a good look, que sé que me ofrece prácticamente lo mismo de siempre.

Pero esto mismo no es otra cosa que sudor lúdico, urgencia juvenil, tal como la entiendo. Qué importa que ellos y yo estemos mayores, si podemos seguir sintiendo como queramos (superando mi síndrome AOR estoy?).

Como un niño volviendo a la escuela.
Acompañado de mis amigos.
Durante casi treinta años juntos.
Haciendo gamberradas por las aceras.


Suena la corriente: "Back to school" - The Fleshtones

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